Esta semana algunos hechos y opiniones me han hecho revolverme un poco, sentirme incómoda por tratar de que los demás comprendan lo que siento, lo que quiero, lo que ya no me
vale, lo que me vale ahora, lo que me lleva a eso que unos definiríamos como felicidad y otros podrían definir con otra palabra y que no es más que sentirse pleno y en calma, en paz.
Con el pasado aceptado y sin prisas por el futuro. Y es que a veces nos empeñamos en adelantar los acontecimientos porque tenemos esa necesidad de ver que todo saldrá bien o esa necesidad
de creer que controlas los acontecimientos. Así nos olvidamos de vivir el único momento que tenemos y que nos vale, el presente, porque en ese presente nos sentimos bloqueados y no lo aprovechamos. Y así es como desperdiciamos la vida…tratando
de controlar lo que no depende de nosotros y teniendo en cuenta palabras que no nos aportan nada. Mucha gente parece muy segura cuando dice las cosas y esto puede no ser más que un mecanismo de defensa para aceptar su realidad, o simplemente puede que
a ellos les valga eso y se olviden de que no a todos nos vale lo mismo, por eso existen tantas posibilidades distintas en el mundo.
Yo prefiero
escuchar y reflexionar antes de hablar, por eso quizá a veces peco, o dicen que peco, de hablar poco, pero es que soy de la opinión de que si no puedes mejorar el silencio y no es para aportar algo positivo es mejor no decir nada. Ya bastante
negativismo, unas veces real y otras añadido, hay para fomentar eso. No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti, esa ha sido una máxima en mi vida que he tratado de cumplir el mayor tiempo posible.
Aún me pregunto por qué lo que opinen o piensen otros tiene poder sobre mí, aunque sea días sueltos y qué es lo que les da derecho a ellos
para tener más poder sobre mí que yo misma que, además, soy la que realmente se conoce y sabe lo que le viene y le sienta mejor. Son momentos, días que se acaban marchando, pero que me obligan a parar y a recolocarme, a hacerme
fuerte y a afianzarme en mis ideas. Tal vez, esta sea su finalidad, que me dé cuenta que lo que vale es cómo esté yo no cómo estén los demás con lo que hago yo. No es cuestión de egoísmo, es cuestión
de poner los límites necesarios para ser la mejor versión de ti mismo y desde este estado es desde el que podrás mejorar los sitios donde estés, crecer y hacer que entre todos las cosas cambien. Hay que empezar por uno y nadie ni
nada va a venir a solucionar tus problemas si no conectas antes contigo, te miras, reflexionas y te haces preguntas. Preguntas que te darán tus respuestas, no las respuestas de los demás. Para, reflexiona, enfócate, solo así sabrás
en tu interior qué camino seguir.
AH.